5/07/2009

Fragmento

.


Sacar un vaso de agua en la mañana de la cocina.
Estar tan cansado como se siente el agua dentro o los huesos que acomodándose suenan.
Cambiar de posición mientras la espera.
La forma de pasearse de las miradas en el transporte público o común como los ascensores.
Como se mira a una persona por primera vez sabiendo que nunca más. El disolverse de uno de esos rostros en la memoria, uno solo, ¿se ilumina hasta la transparencia o se desfiguran sus rasgos en un espectáculo horrible?
Por qué muchas veces mientras escribo escucho voces que me presionan e insultan por mi nombre, tendrán que ver con los recuerdos.
Esta ciudad, desde cuándo el hombre se transformó en protagonista.
La piel, desprendida hacia las prendas de vestir cuántos cadáveres desparramamos mientras la vida se rehace cuántas veces.
Dormir para distraerse, comer para no pasarlo mal más tarde, trámites vitales igual de impuestos que un peaje o el valor de un sitio.
El típico y viejo círculo que une la procedencia de la enfermedad y el medicamento.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario