8/13/2008

Ningun poema para la perra

Revolvimiento pecaminoso atenta contra mi voluntad. ¿He de ser yo aquel individuo o es mera ilusión católica la espantosa crueldad que proyecto hacia ti? Mis recuerdos vienen y se van y dejan un aroma a podrido que no puedo soportar. Transmutamiento aquimistico del hedor podrido a una droga que todo lo cura: ira.
Mi arma, mi droga, la ira invade mis venas como una enfermedad de la cual soy aliado. Cuchillos y lanzas, dolor y expresión. He de matarte, marcado por el destino esta tu cabeza; carteles por todas las esquinas con un precio a tu puta wea inservible que está arriba de tu cuello. Ganas de lamer aquel cuello una ves más y succionarte toda tu sangre y entregártela a besos con un gran vomito . Veo imágenes del pasado y se convierten en escenas de una película sangrienta donde la tripas vuelan comos si fueran palomas bañadas de rojo. Vuelan tus tripas por mi mente; desfragmentado tu cuerpo y tu alma envenenada con la poción de la muerte, tus ojos vacíos, sin emoción, sin entender que todo esto es la naturaleza de ser una persona de mierda. No creo que te duela, creo que te sentirás en un paraíso de órganos flotantes, de átomos separados y enlaces perdidos. Putrefacto tu cadáver con más hoyos por donde meterte mi gran pene. Hedor a tu muerte y a mi triunfo sobre esta gran batalla que tanto me ha dolido. Me debes dolor, me debes sufrimiento, me debes la vida tanto como la muerte.
Alfileres en el ojo; te obligaré a mirarme y a responder preguntas con varios signos de exclamación, infinitos signos de mierda que tanto usaste al sugerir la obligación de indiferencia. Mírame, perra, mírame y no me seas indiferente, soy tu asesino, soy el con cuchillos y alfileres. Clavo en tus tímpanos, clavo en tus ojos y en tu clítoris, calvo alfileres por cada estocada por la espalda que me has regalado. Rasgo esa mierda de piel una vez tan suave, la corto y la tiendo al sol hasta que se reseque, la sumerjo en etanol y hago un extracto de todos de todos los alcaloides afrodisíacos presentes para luego fumármelos y follarte más y más hasta que no pueda seguir. Follarte por todas partes y no poder contar con los dedos todos los hoyos extras por donde lamerte y penetrarte mientras mueres y observas y respiras (si puedes) tus últimos gramos de aire.

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