4/04/2014

Querida:

Cosas sí vienen primeras que las otras. Femeninas las cosas; los cosos otra cosa. Me imagino, querida, que pienso, al volver de mi investigación arqueológica de esta olvidada isla, poder mostrarte, relatarse las maravillas que me han sucedido y las que están por suceder. Los otros cosos, aparte de los cosos que son cosas, atormentan a una mente que lo único que quiere es cerrar los ojos bajo un techo en una cama cálida y familiar. Por más duras sean las camas, por más mantas y tapaderas estén aprisionándome, veré siempre algo que, sin pensarlo si siquiera sentirlo, deja en una evidencia lo tanto que extraño mi hogar. Querida, este día no ha sido el mejor ni peor de mi búsqueda, cada día más insignificante. No importa dónde ni cómo busque, sin importar manera y ánimo, no he encontrado a nuestro amigo. Por toda la isla he buscado, pero ¿qué será de él si nadie lo conoce, desvaneciéndose de rumor a cuentos de hadas? Donde nombre desaparece, en el abandono total se cuela por las rocas como agua escapando del rio.
Siento mi cama algo familiar, y cada día pienso que el vacío se llena con la esperanza de volver a casa, casa. Vacía, la hemos dejado vacía. No te veo muerta más que a mí mismo, porque camino y a nadie encuentro. La soledad no es de relevancia, ni me inquieta ni me aterra. Es algo más sutil, porque siento que no estoy solo, así sombras aparecen, en esquinas e impredecibles, en presencia siniestra y seductora, asomándose entre comas y puntos, vacíos marcados por mis arrepentimientos, cosas no saciadas. Mi soledad dolerá no más que por mi curiosidad. Y así, mi curiosidad dolerá mientras sigua recordando ese pasado de fantasmas jugando a ser memoria. No me incites, sombra, porque te perseguiré hasta no sentirme solo, o quizás hasta estar seguro de mi soledad.
Papeles y tinta marcan la inutilidad de narrar varias pequeñas historias que poca importancia tienen. Detalles, me decías, son lindos en historias bajo el microscopio de la belleza. Pero en mi ignorancia solo pensaba, que belleza no se justifica si el observador se ha convertido en un monstruo.
De dioses me contabas antes de dormir, dioses que rangos ejercían en la jardinería de la vida. Nos quejamos por esto y lo otro, pero pienso, no será rencor y envidia, quizás. Y pensaba yo, que no envidio a los dioses, ni ellos me envidian a mí. Muestro la imagen y el afecto se escapa; veo el espejo y este me desconoce, porque me he transformado en una bestia.
No has muerto, ni tu cuerp      {o ni en mí, pues vives en todo, te expandes y atraviesas rocas que no conocía. Porque no te conozco, no te envidio ni me envidias. Erróneo. Todo debería verse sin deber a ver.
Me prometieron encontrarme con alguien del que no se me permite saber. Información clasificada. Claro, es cierto. Mi trabajo es variado, inclasificable, pero mi misión no me pertenece, sólo a toda pregunta que encuentre que no debe ser respondida. Recuerdo que mis compañeros me llamaban nombres. Me gustaba, estaba orgulloso. Ella, sólo sé eso, que es una ella. Ella especial, ella interesante que nos ayudaría en algo que, nuevamente, se presenta de forma vaga. Está de moda, dejarte en la nada hasta que sea necesario instruirte en lo que tu rol necesite para continuar con la misión.
Nunca consideré que pasaría tanto tiempo en este lugar, pero era necesario. Pensé, después del tiempo suficiente para perder la cordura, que esto era una especie de prueba. Buscarla en esta isla no, parecía absurdo, improbable para ser optimistas.
Han pasado años y ya no soy el mismo. Se, escapan. Sé, escapar es. No lo sé, explicarlo es difícil. Me he vuelto, o mejor dicho, desde el primer paso sobre esta roca me he empezado a fusionar, pero. Seré yo la isla o me ha absorbido, porque no sé si entiendo. Veo canales y estos son nervios, canales nerviosos que recorren todo mi cuerpo, el cuerpo mío y de la isla. Y quizás, poco a poco, la isla y yo nos hemos vuelto uno, pero no completamente.
Puedo pensar que este viaje ha sido una imposibilidad. Sé de historias enterradas aquí por aquellos valientes o desafortunados náufragos que han pisado este suelo. Huellas hay en toda esquina, veo su ausencia a través de su presencia. En techos y velas aun ardiendo, latas y pintura con mensajes deprimentes en las rocas. No me imagino una vida para ellos. Esto no es un lugar para vivir. De ellos no son las sombras, pero mías tampoco.
Valientes son para aventurarse, pero el tiempo no les ha sido amable. Es un desierto rodeado de mar, un desierto con agua, desértico de compañía. Quizás después del tiempo, empiezas a llenar los vacíos de la vida que una vez tuviste, llenando la certeza de aislamiento con figuras lejanas, barcos fantasmas y rezos a distancia. Y tú, tú penetras en el desierto al saludarme, pero siempre lejos, querida mía. Trato de alcanzarte, y pienso por momentos, en delirio de esperanza, que alguna vez te conseguiré la mano para no dejarte, para ya no sentir la culpa. Sé que no te merezco, porque aunque alguien más te haya llevado, fui yo quien no te merecía. Quizás la isla sabe esto, y luego la prueba viene y me lo recuerda con sombras caminantes.
En la esquina de mi ojo estoy con todos los que nunca he merecido, pero veo al frente y me reconozco. Ver al frente es verse al espejo. Pensar en lo que he fallado, todo afecto que ha sido ahorcado, estrangulado con mis manos.
Me pregunto a quién vuelvo a ver, porque le he visto, pero ¿qué hago aquí? Ni sé quién me ha enviado, no lo recuerdo. He llegado ciego y ahora estoy perdido. Porque no es una ella ni un él. No tiene final, me desvanezco, y no hay final. Me hundo en el mar y la tierra, y desaparezco.
No recuerdo, o sí, pero aquí, no lo sé. Escribí, así las cartas fueron o serán escritas, qué sé yo. No me importa. Respiro y me rio, y eso es bueno.  No estoy perdido, porque éste es mi hogar.

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