6/26/2008

Espejo Frente a Espejo

Grandes maldiciones le deseo al predominante sentimiento de impotencia e insatisfacción. Desde mis ojos, ambos forman parte de la misma sustancia, son básicamente lo mismo: manifestaciones de ese mensaje que anhelo escuchar. Puedo vivir la vida como un humano, pero no puedo sacar de mis pensamientos y mi deseos la idea de la experiencia que es tan aislada al reino animal y la vida en sí. La conciencia de que estoy experimentando no trae un sentimiento de goce ni asombro ni un darse cuenta de las cosas como podría pasar en la mayoría de las personas con mis mismas inquietudes. No puedo dejar de observarme como algo más que un simple animal que responde. Yo en el centro de mi ser sé como una certeza abstracta que no soy un simple humano, que hay algo más. Sí, deseo algo más, deseo no solo una respuesta sino el total entendimiento de las cosas. Hago mal al poner esa ansiedad en palabras; “total entendimiento de las cosas”…es un termino muy cerrado, aquí estoy hablando de la globalidad de la ambición manifestada en un sentimiento de vanidad, de vacío reflector del todo. me explico: el todo lo podría definir como la completa suma de lo percibido, pensado y experimentado tanto en el momento como en una línea de tiempo desde un punto de vista humano; entonces, es ahí donde pertenece la mayor paradoja que retuerce mis pensamientos: el todo humano v/s el todo universal. Dentro del punto de vista de mis percepciones, tanto sensoriales como metafísicas, el todo es una limitación finita, como un marco que te muestra una porción de la realidad, y como todo en esta vida, este marco tiene su porqué, y es exactamente privar al experimentador de ese absoluto sentimiento de ignorancia, impotencia, y todos los demás nombres que tiene el hecho de darse cuenta que la realidad verdaderamente no se puede enmarcar; bueno… y no solo eso. También tiene la responsabilidad de mantenerte vivo y concentrado en la existencia misma, en la sobrevivencia. Quiero explicar algo interesante, una idea que en este momento son solo ecuaciones vaporosas y me cuesta encuadrarlas en este texto. Lo que quiero decir es que ese marco o el porqué detrás del marco, nos puede mantener vivos porque es un juego de ping-pong, un movimiento ilusorio de continuidad que en realidad es solo UN movimiento repetitivo hacia delante y en reversa proyectado hacia el infinito. La curiosidad es el motor de este tambaleo infinito de ignorancia, el sentimiento de que con esfuerzo podremos encontrar la respuesta del todo, que es posible percibir el todo através del marco de la existencia. Pero esto es imposible, estamos atrapados por el tiempo; la memoria son las lagrimas que produce el eterno lamento de la temporalidad. Es un esfuerzo de la naturaleza viva para entenderlo todo. Simplemente la vida no esta hecha para observarla ni entenderla y ni siquiera experimentarla, esta está destinada a algo muy distinto y a quizás nada. La vida esta destinada a ser la vida. No se vive la vida, se ES la vida. El mayor error del universo yace en la ilusión que este mismo tiene de poder comprenderse a si mismo, no existe aquella posibilidad y nunca existirá, ni en este ni en el próximo universo o en las múltiples dimensiones paralelas.
Mi vida nunca tendrá sentido mientras esté enmarcada por la autoobservación de la existencia. La verdad no se percibe, se Es la verdad.
La total insignificancia del ego, del observador, genera en mi cuerpo la protesta evidente a la existencia. Me protesto a mi mismo o quizás a dios, a los demás o a nadie, no importa. No podré dejar de protestar y tampoco podré nunca dejar de buscar, dejar de mover el marco de la verdad tan rápido como pueda tratando de cada ves asomar más mi cabeza por los barrotes de la prisión de la temporalidad. Esa es mi naturaleza, no puedo rendirme, ni siquiera está escrito en mis genes y nunca será posible escribirlo en la especie, porque cesaría de existir. Mientras más se desee una respuesta más ganas de eliminar a Dios tendrás. Mientras más sepamos, más ira tendremos en nuestros corazones, producida por la rabia a la insignificancia de la existencia, más rabia a uno mismo.
La soledad es una de las pocas certezas a las cual me sujeto. El odio a mi mismo, a mi total ignorancia, y a la total seguridad de la eterna inutilidad de la búsqueda.

La iluminación y la locura, ambas parte de la misma sustancia. Son básicamente lo mismo: La rendición a la búsqueda, la conclusión de que somos nada y que esa nada es lo único que tenemos; la idea de que no vale la pena limitarse a ser humano, que no importa que sea uno o lo otro, que todo significado desaparece cuando lo observas. Quizás la única diferencia sea que uno de ellos todavía sigue dudando, y como obvia consecuencia al conflicto sutil y fantasma del arrepentimiento aparece el sufrimiento de la contradicción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario