Permanezco
bloqueado por una sensación extraña en mi estómago, que rompe todo foco de
atención a mi tarea en mano. Tenía anteriormente un lápiz que estaba tratando
de convertir en dragón. Obviamente era una tarea imposible, pero lo estaba
pensando con tanta seriedad como querer matar a alguien que se ha violado a tu
baca.
El estómago me
mataba, quizá psicosomático. Me introduje directamente a la vena una dosis de 8
miligramos de foyatelamina y 16 mg de Espeanzamita. Esperé 2 horas acostadas,
mirando el techo, escuchando música que me hacía recordar a mi antigua mujer.
Ella no era una persona que entendiera que los lápices se convertían en
dragones, pero entendía los lápices y a los dragones. Asique eso me calmaba.
Bajé lentamente
hacia una sensación de placer que mi hizo pensar en mis amigos que habían muerto
en el atentado nuclear el 14 de febrero. Nunca había pensado en ellos. Lloré y
todo lo demás y mi vida siguió un duelo común, pero hoy, sí, hoy, pensé en
ellos.