Mentiras crecen y germinan cada vez más bajo la injusticia
de la falta de sentido. Y no cualquiera más sí símbolo. Porque el manjar
remplaza al caviar en espectáculos sin espectador. Extraviados en un mundo
donde las palabras nos dominan, su prisión son las letras que nos ofrecen una
escapatoria a la gran falta, al vacío, en miseria de propósito, en miseria de
destino. Tomamos por la juventud, para traer un mundo, ese que deseamos
ciegamente sin guías, sin maestros que extraviados han estado hace tiempos inmemoriales.
Esa, esa memoria quizás la pista que coquetee con la problemática. Memoria sangrienta
que en recuerdos selectos nos mantiene en línea para no ejercer sublevación ante
un reino que ha perdido su digno rey hace ya siglos. El último rey fue muerto
por impostores, marionetas de un emperador que está y estuvo y estará más perdido
que los corderos que comanda. Un emperador sin sueños, un rey sin sueños, un
pueblo sin destino; todos perdidos que
perdidos pelean por causas que no le son propias.
De parche nada, ni de cura, quizás destrucción camino único.
La sabiduría otra de los caminos del ingenuo. Maestros en desconcierto,
maestros analfabetos y oyentes ciegos, sordos. En búsqueda de una sabiduría que
rompa las reglas, en camino hacia el futuro incierto. Porque el plan no es más
que desilusión e ira, el plan es y serán los últimos esfuerzos de aquellos que
pretenden poder otorgar algo más a este sistema ya corrupto fuera de toda
salvación.
Cenizas, llamas,
destrucción. Camino de los traidores, los olvidados por fuerzas de codicia que
se afirman al poder de sus padres y familia, sangre azul, sangre real que deberá
y no fluir en ríos que raerán o no tranquilidad. Pero no será así, lo aseguro,
la historia se ha acabado y los dragones se han ido. Por más fuerza, por más
ideología y de hablar de libertad, esa de voces que liberan el alma, en emancipaciones
deseadas; débiles enfrentando a tiranos que finalmente están solos en un paso
superior, en piso superior demandando respeto. Quizás los roles en la
desesperanza solos son eso, sólo roles de una obra cruel llamada realidad. Y qué,
y qué, pues yo no existo más que como un mensajero de lo absurdo de las palabras y
de la infinita capacidad del ser humano en comprenderlas. Lloro por ustedes,
lloro por la humanidad, porque no existe nadie que vendrá a salvarnos. De
soledad se trata, del desamparo se trata, abandonados los niños jugando a ser
adultos, jugando a estar en lo correcto, y el juego de poder fue y será, es y
continuará, mientras todos, como niños, existiremos en el pozo de arena del que
una vez fui parte, construyendo fortalezas, construyendo pactos y alianzas, y
en arena el mundo se crea para que el recreo termine y sea olvidado hasta nuevo
aviso.
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