4/04/2014

La caída de un dios (F. Álvarez, 2013)

Con sus 90 años Jorge estaba delirando, sin su pierna y sin sus dos manos no podía disfrutar de los fetiches de su juventud. De todas formas este hombre sin mujer, sin amigos y sin familia guardaba los juguetes con que divertía a su única novia que tuvo a los 30 años. Siempre sintió que el tamaño de su pene no lo favorecía ante estas armas de amor, por eso recurría a ellos para darle placer a su ex mujer y después a sí mismo en su vida solitaria. Todos lo abandonaron después de que la fabrica lo dejó impotente y sin extremidades, y ahora este anciano gordo con demencia senil, decidió tener un final feliz en este frío y tiránico mundo que deja a los menos como prisioneros de su miseria. Jorge tomo los consoladores con su muñones de manco y se los ató con duck-tape, así usando dientes y extremidades se consiguió brazos y una pierna fálica y salió a la calle a violar.

II

 A la primera persona que avistó fue una anciana y con una patada en la Columna la dejo abajo, falleciendo con el cráneo roto en la acera. Salvajemente empezó a introducir los consoladores a la anciana por el ano y la vagina rompiendo ambos; se veía como una escopeta en recarga, el movimiento final llevo a Jorge al éxtasis; le rompió los dientes con sus consoladores llenos de secreciones fecales, casi se le sale el consolador izquierdo mal amarrado a sus muñones de manco, luego miró hacia el lado, no estaba solo, vio a otro hombre invalido como él, un vagabundo sin piernas que usaba una carretilla plástica como medio de transporte. El hombre arrancó usando sus manos como impulso, mientras escuchaba los rápidos pasos de su perseguidor. Sentía en su alma el "clac" de la pata consolador de Jorge que lo llevaba a la rastra, la cinta mal amarrada se torció con el muñón del pie, Jorge se cayó, pero alcanza a agarrar la carretilla, y arrastrándose logró llegar al vagabundo que se defendía a manotazos, pero Jorge, con la fuerza de la locura, noqueó de un solo golpe al vagabundo. Jorge se bajo los pantalones y empezó a violar al hombre inconsciente mientras gritaba como un simio y le rompía la cara con los golpes de sus consoladores. Jorge se sintió libre por primera vez después de mucho tiempo, no tenia una erección desde hace años, pero la diferencia estaba en que ya no se sentía un esclavo, mientras escuchaba las sirenas de carabineros acercarse, Jorge termino su plan "simbólico", tomó sus pantalones caídos y con los dientes sacó una píldora del bolsillo derecho, la mastico hasta escuchar el clic y dejó al cianuro actuar. Cuando llegó la policía con sus armas, los vecinos elevando sus pañuelos blancos con miedo y desesperación vieron caer a un hermoso Dios.

Huaso Mario (F. Álvarez, 2013)

El huaso Mario estaba borracho en chicha, se había pasado curado todo el día cuidando a los chanchos. Ya se venia la noche, estaba molesto con la china, la maraca se había ido con el patrón anoche y él no podía hacer nada, estaba caliente y violento, cuando vio al patrón pasar de nuevo a la casa, donde estaba limpiando la china, sabia lo que iba a suceder, sí, debía desquitarse; miró al más sano y gordo de las bestias del patrón y le entró la calentura. Tambaleando se bajo los pantalones, empezó a metérselo al chancho por el ano hasta acabar y la criatura extrañamente no se movía, sólo gritaba, pero no se movía. Cuando acabó dentro del chancho la criatura mansa tenia el pene erecto, el huaso lo vio y con el poder de su propia angustia se lo corto, no podía soportar lo que había echo, la criatura no se movía, sabia dentro de sí que era el animal de sacrificio, pero se sentía extrañamente excitado, quería que el huaso siguiera.... pero era tarde para él, inmediatamente el huaso curao en un ataque de pánico le corto el pescuezo y éste murió desangrándose. No se movería nunca mas, se venia una noche de juicios, se venia el final para el huaso Mario -Fernando Álvarez

¿Cómo me desvirgué? (F. Álvarez, 2013)

Me rechazó de nuevo, jugó conmigo calentándome la sopa, ahora soy su basura inmunda. Me niego a ser amigo de una mujer tan manipuladora, así tomé el cuchillo de la cocina y se lo enterré hasta el fondo en el pecho. Su ultimo suspiro, mientras el sol se escondía y la luna subía, mientras la sangre salía, me convertí en un hombre nuevo, un cavernícola que rompió la puerta de su caverna mirando hacia el cielo; me sentí fresco, esa noche para mi fue el inicio de una eterna mañana. Rápidamente vi el cadáver botado en el piso, asumí que ahora no podía rechazarme, el cuerpo seguía caliente, me baje el cierre letalmente mientras mi rifle de metralla se frotaba erecto contra la tela. Ahora ella es mi eterno maniquí hasta que se desintegre, ahora el cadáver de mi pasado yace al lado de ella, no habrá otro despertar lleno de pesadillas, desapareció de mi la angustia, adiós medicamentos, puedo mantener la cabeza arriba y con una mirada en el cielo. -Fernando Álvarez

Querida:

Cosas sí vienen primeras que las otras. Femeninas las cosas; los cosos otra cosa. Me imagino, querida, que pienso, al volver de mi investigación arqueológica de esta olvidada isla, poder mostrarte, relatarse las maravillas que me han sucedido y las que están por suceder. Los otros cosos, aparte de los cosos que son cosas, atormentan a una mente que lo único que quiere es cerrar los ojos bajo un techo en una cama cálida y familiar. Por más duras sean las camas, por más mantas y tapaderas estén aprisionándome, veré siempre algo que, sin pensarlo si siquiera sentirlo, deja en una evidencia lo tanto que extraño mi hogar. Querida, este día no ha sido el mejor ni peor de mi búsqueda, cada día más insignificante. No importa dónde ni cómo busque, sin importar manera y ánimo, no he encontrado a nuestro amigo. Por toda la isla he buscado, pero ¿qué será de él si nadie lo conoce, desvaneciéndose de rumor a cuentos de hadas? Donde nombre desaparece, en el abandono total se cuela por las rocas como agua escapando del rio.
Siento mi cama algo familiar, y cada día pienso que el vacío se llena con la esperanza de volver a casa, casa. Vacía, la hemos dejado vacía. No te veo muerta más que a mí mismo, porque camino y a nadie encuentro. La soledad no es de relevancia, ni me inquieta ni me aterra. Es algo más sutil, porque siento que no estoy solo, así sombras aparecen, en esquinas e impredecibles, en presencia siniestra y seductora, asomándose entre comas y puntos, vacíos marcados por mis arrepentimientos, cosas no saciadas. Mi soledad dolerá no más que por mi curiosidad. Y así, mi curiosidad dolerá mientras sigua recordando ese pasado de fantasmas jugando a ser memoria. No me incites, sombra, porque te perseguiré hasta no sentirme solo, o quizás hasta estar seguro de mi soledad.
Papeles y tinta marcan la inutilidad de narrar varias pequeñas historias que poca importancia tienen. Detalles, me decías, son lindos en historias bajo el microscopio de la belleza. Pero en mi ignorancia solo pensaba, que belleza no se justifica si el observador se ha convertido en un monstruo.
De dioses me contabas antes de dormir, dioses que rangos ejercían en la jardinería de la vida. Nos quejamos por esto y lo otro, pero pienso, no será rencor y envidia, quizás. Y pensaba yo, que no envidio a los dioses, ni ellos me envidian a mí. Muestro la imagen y el afecto se escapa; veo el espejo y este me desconoce, porque me he transformado en una bestia.
No has muerto, ni tu cuerp      {o ni en mí, pues vives en todo, te expandes y atraviesas rocas que no conocía. Porque no te conozco, no te envidio ni me envidias. Erróneo. Todo debería verse sin deber a ver.
Me prometieron encontrarme con alguien del que no se me permite saber. Información clasificada. Claro, es cierto. Mi trabajo es variado, inclasificable, pero mi misión no me pertenece, sólo a toda pregunta que encuentre que no debe ser respondida. Recuerdo que mis compañeros me llamaban nombres. Me gustaba, estaba orgulloso. Ella, sólo sé eso, que es una ella. Ella especial, ella interesante que nos ayudaría en algo que, nuevamente, se presenta de forma vaga. Está de moda, dejarte en la nada hasta que sea necesario instruirte en lo que tu rol necesite para continuar con la misión.
Nunca consideré que pasaría tanto tiempo en este lugar, pero era necesario. Pensé, después del tiempo suficiente para perder la cordura, que esto era una especie de prueba. Buscarla en esta isla no, parecía absurdo, improbable para ser optimistas.
Han pasado años y ya no soy el mismo. Se, escapan. Sé, escapar es. No lo sé, explicarlo es difícil. Me he vuelto, o mejor dicho, desde el primer paso sobre esta roca me he empezado a fusionar, pero. Seré yo la isla o me ha absorbido, porque no sé si entiendo. Veo canales y estos son nervios, canales nerviosos que recorren todo mi cuerpo, el cuerpo mío y de la isla. Y quizás, poco a poco, la isla y yo nos hemos vuelto uno, pero no completamente.
Puedo pensar que este viaje ha sido una imposibilidad. Sé de historias enterradas aquí por aquellos valientes o desafortunados náufragos que han pisado este suelo. Huellas hay en toda esquina, veo su ausencia a través de su presencia. En techos y velas aun ardiendo, latas y pintura con mensajes deprimentes en las rocas. No me imagino una vida para ellos. Esto no es un lugar para vivir. De ellos no son las sombras, pero mías tampoco.
Valientes son para aventurarse, pero el tiempo no les ha sido amable. Es un desierto rodeado de mar, un desierto con agua, desértico de compañía. Quizás después del tiempo, empiezas a llenar los vacíos de la vida que una vez tuviste, llenando la certeza de aislamiento con figuras lejanas, barcos fantasmas y rezos a distancia. Y tú, tú penetras en el desierto al saludarme, pero siempre lejos, querida mía. Trato de alcanzarte, y pienso por momentos, en delirio de esperanza, que alguna vez te conseguiré la mano para no dejarte, para ya no sentir la culpa. Sé que no te merezco, porque aunque alguien más te haya llevado, fui yo quien no te merecía. Quizás la isla sabe esto, y luego la prueba viene y me lo recuerda con sombras caminantes.
En la esquina de mi ojo estoy con todos los que nunca he merecido, pero veo al frente y me reconozco. Ver al frente es verse al espejo. Pensar en lo que he fallado, todo afecto que ha sido ahorcado, estrangulado con mis manos.
Me pregunto a quién vuelvo a ver, porque le he visto, pero ¿qué hago aquí? Ni sé quién me ha enviado, no lo recuerdo. He llegado ciego y ahora estoy perdido. Porque no es una ella ni un él. No tiene final, me desvanezco, y no hay final. Me hundo en el mar y la tierra, y desaparezco.
No recuerdo, o sí, pero aquí, no lo sé. Escribí, así las cartas fueron o serán escritas, qué sé yo. No me importa. Respiro y me rio, y eso es bueno.  No estoy perdido, porque éste es mi hogar.

Experimento Sexual (F. Álvarez, 2013)

La shemale acerco el cuchillo al miembro viril cortándolo por completo como si fuera un trozo de pan, cuchillo con varias puntas!, el serrucho maestro dominador del goce, fue un proceso silencioso, la sangre que salía de las venas chorreaba lentamente, era una hemorragia enorme que manchaba las sabanas blancas, lentamente la shemale procedió a quemar la zona afectada con una tonta esperanza de detener la hemorragia del hombre en coma, se veía como las escopetas tapadas que explotaban por combustion interna en las caricaturas, había nacido una flor quemada, la shemale procedió a hacer una perforación con el cuchillo , convirtiendo un monte en una caverna, procedió de nuevo a quemar la zona con un fierro vivo, cabía perfecto, la maquina a la que el hombre estaba conectado empezó a sonar mas fuerte, aunque por su estado vegetal no se notaba su dolor, el sufría por dentro, había llegado al infierno en un estado semi-muerto, la shemale procedió a hacer sutura con un hilo de cocer y una aguja, estuvo practicando durante años de forma fría y calculadora para este acto simbólico, la shemale había completado su misión, se aseguro que la puerta seguía cerrada y comenzó a insertar su pene salvajemente en este agujero cocido y quemado. -Fernando Álvarez